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Los ‘catastróficos’ efectos para el mundo si escala un conflicto entre China y Taiwán

Militares imaginan lo que pasaría y politólogos buscan fórmulas para evitar lo peor: una guerra.

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ANALISTA SÉNIORActualizado:

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Hace algunas semanas, un grupo de expertos militares convocado por el Centro de Estudios Estratégicos Internacionales (CSIS), afamado centro de pensamiento de Washington, concluyó un detallado informe que analizó 24 escenarios en la eventualidad de una invasión de China a la isla de Taiwán.
La laboriosa investigación del CSIS saca dos grandes conclusiones. Según explica Eric Heginbotham, experto en seguridad del MIT de Boston, la primera es que "en la mayoría de los casos, China tiene pocas posibilidades de alcanzar sus objetivos operacionales o de ocupar Taiwán".
“Y la segunda -agrega-, el costo de la guerra sería elevado para todos los implicados, y sin duda para los Estados Unidos”. Además de las conclusiones que, en el terreno militar, resultan del estudio del CSIS, otros centros de pensamiento han analizado los costos para el comercio y la economía mundiales: serían poco menos que catastróficos.
Estos análisis no son meros divertimentos de expertos embelesados con los juegos de guerra. El riesgo es real. En una extensa entrevista con el semanario The Economist, el exsecretario de Estado estadounidense, Henry Kissinger, manifestó su honda preocupación al respecto.
A días de cumplir 100 años -lo hará el lunes entrante-, Kissinger mantiene lúcida la mente, reconocida por amigos y críticos como una de las más brillantes en el campo de la política internacional, durante más de medio siglo.
Más allá de sus graves pecados en Vietnam o Chile, como consejero y secretario de Estado del presidente Richard Nixon a inicios de los años setenta, Kissinger fue el artífice del acercamiento entre Washington y Beijing, patentado con el sorpresivo viaje de Nixon a China y su entrevista con el máximo líder de ese país, Mao Zedong, hace 51 años.
Henry Kissinger fue secretario de Estado estadounidense en los gobiernos de  Gerald Ford y Richard Nixon. Se le criticó por usar la fuerza en Camboya o alentar a la sombra a dictadores sudamericanos.

Henry Kissinger fue secretario de Estado estadounidense en los gobiernos de Gerald Ford y Richard Nixon. Se le criticó por usar la fuerza en Camboya o alentar a la sombra a dictadores sudamericanos. Foto:Archivo particular

Curso de colisión

En la entrevista con The Economist, Kissinger ahondó en las tensiones entre Estados Unidos y China. “Ambas partes se han convencido de que la otra representa un peligro estratégico”, afirmó al semanario británico. “Vamos camino de una confrontación entre grandes potencias”, dijo.
“Estamos en la clásica situación anterior a la primera guerra mundial -explicó- en la que ninguna de las partes tiene mucho margen de concesión política y en la que cualquier alteración del equilibrio puede tener consecuencias catastróficas”.
Aunque Kissinger lo dice desde la autoridad de su experiencia y fama, no es el único que piensa así. Jane Perlez, ganadora del premio Pulitzer y quien fuera durante años corresponsal del New York Times en Beijing, escribió hace poco que “Biden y Xi se acercan cada vez más a un curso de colisión”.
“Las tensiones militares, económicas e ideológicas reverberan sin control entre ambas potencias”, sostuvo Perlez, y agregó: “Los aliados estadounidenses en la región Asia-Pacífico temen ser asfixiados por Pekín mientras China amplía su arsenal nuclear y compite por la supremacía de los semiconductores”.
Las tensiones militares, económicas e ideológicas reverberan sin control entre ambas potencias (Estados Unidos y China).
Perlez y otros analistas destacan el liderazgo chino en la constitución de una alianza de regímenes en contra de Washington y de la Unión Europea, que incluye la alianza del presidente Xi Jinping con el presidente ruso Vladimir Putin, así como las estrechas relaciones de Beijing con Arabia Saudita, Irán, Corea del Norte, algunos países del centro de África y varios de América Latina, como Cuba, Venezuela, Nicaragua y, en alguna medida, Brasil.
Son muchos los gobiernos que en Asia están inquietos con el aumento de las tensiones entre Beijing y Washington. Hace pocas semanas, el primer ministro de Singapur, Lee Hsien Loong, aseguró que “se está formando una tormenta a nuestro alrededor”.
“Las relaciones entre Estados Unidos y China están empeorando -explicó-, pues entre ambos países existen problemas inabordables, profundas desconfianzas y poca comunicación”.
Xi Jinping y Joe Biden en su reunión de este lunes.

Xi Jinping y Joe Biden en su reunión de este lunes. Foto:AFP

Incidentes, bloqueo, guerra

Lee declaró que le preocupa que los “errores de cálculo” puedan empeorar la situación. Hay continuas provocaciones con buques y aviones chinos muy cerca de la isla, o buques estadounidenses muy cerca de las playas chinas.
El miedo a cualquier incidente que desate una guerra, o incluso un conflicto de menor alcance bélico pero caracterizado, por ejemplo, por un bloqueo naval, mantiene nerviosas a decenas de cancillerías en el planeta.
El ‘casus belli’ que todos mencionan es la decisión de China de resolver la situación de Taiwán. Tras la guerra, a mediados del siglo pasado, entre los nacionalistas liderados por Chiang Kai-shek y los comunistas de Mao, que ganaron estos últimos, los nacionalistas se refugiaron y se hicieron fuertes en la isla de Taiwán, frente a las costas chinas, al norte de Filipinas y al sur de Japón y de Corea.
Beijing jamás ha reconocido al régimen taiwanés. Para Xi, objetivo central de su mandato -renovado hace poco hasta 2028- es la reunificación del país, lo que implica que Taiwán se incorpore a la República Popular de China. Xi ha sugerido que esto debe darse por un acuerdo, o se impondrá por la fuerza.
En las hipótesis de un intento chino de invadir Taiwán, las tropas del Ejército Popular de Liberación de China enfrentarían dos grandes problemas. El primero es que la isla tiene muy pocas playas funcionales a un desembarco militar masivo.
Y la segunda, que aunque Beijing cuenta con fuerzas militares activas 12 veces superiores a las de Taiwán, la estrategia de defensa de la isla, que lleva décadas de preparación, puede implicar que mueran hasta un millón de invasores en el curso del ataque.
China cuenta con más de 2 millones de efectivos: 960 mil tropas terrestres, 260 mil de las fuerzas navales y 395 mil entre pilotos y apoyo aéreo. A esto se suma medio millón de reservistas.
Hace unos días, China lanzó ejercicios militares alrededor de Taiwán, un hecho que elevó al máximo las tensiones en la región.

Hace unos días, China lanzó ejercicios militares alrededor de Taiwán, un hecho que elevó al máximo las tensiones en la región. Foto:AFP

Taiwán tiene apenas 169 mil efectivos, con 94 mil tropas terrestres, 40 mil navales y 35 mil de operación y apoyo aéreo. Pero compensa buena parte de esa inferioridad con un millón 650 mil reservistas, debidamente entrenados.
China cuenta con 5400 tanques, 3200 aviones de combate y 150 naves entre buques y submarinos. Taiwán tiene 650 tanques, 504 aviones y 30 naves de guerra, de las cuales sólo 4 submarinos.
Pero una vez más, el reducido tamaño de la isla hace difícil para el invasor sacar provecho de tan evidente superioridad. Taiwán tiene menos de 400 kilómetros de largo y poco más de 140 kilómetros de ancho, y una superficie total que es unas 30 veces inferior a la de Colombia.
Eso sí, es una tierra montañosa, con cinco escarpadas cadenas que se extienden de norte a sur, justo sobre el oriente de la isla que está frente a China, de modo que actuarían como sucesivas murallas contra el invasor.
Estados Unidos, Japón, Australia y otros aliados occidentales de la región podrían intervenir en apoyo de la isla, aunque no es claro si sería una participación militar activa o, como sucede en Ucrania, un apoyo en armamento, munición, finanzas e inteligencia.
Pero aún sin invasión militar, China podría implantar un bloqueo naval a la isla, que paralizara su comercio. Taiwán es número 16 en el mundo en comercio exterior, con 990 mil millones de dólares entre importaciones y exportaciones -unas nueve veces más que Colombia-, lo que de por sí golpearía el comercio planetario.
Lo más delicado está en el campo tecnológico: Taiwán produce el 92 % de los microchips más avanzados (con nodos inferiores a 10 nanómetros) fabricados en el mundo, el 70% de los conjuntos de chips para teléfonos inteligentes y el 35% de los microcontroladores para automóviles.
Según un análisis del centro de investigación y datos Rhodium Group, el impacto para la economía mundial de semejante escasez de microchips sería “catastrófico”. Gran ironía, China saldría muy afectada de un bloqueo a la isla: “Perder el acceso a la producción de semiconductores de Taiwán, sería un enorme golpe económico para la industria de China”.
Y claro, un bloqueo naval de China a Taiwán podría implicar, como respuesta occidental, un bloqueo al comercio de China con el mundo, de consecuencias devastadoras para la economía mundial.

La persuasión del miedo

Quizás en semejantes escenarios de catástrofe radica la ventaja de la situación. Tanto en Washington, como en las capitales europeas, en Beijing y en otras capitales asiáticas, hay conciencia de estos riesgos.
Un analista diplomático europeo, que prefiere hablar bajo reserva, lo explicó así para EL TIEMPO: “Xi no es Putin, no tiene un pelo de suicida, y como buen hombre formado en el Partido Comunista de China, conoce el valor de la paciencia y de los fríos cálculos de riesgos, costos y beneficios”.
Xi no es Putin, no tiene un pelo de suicida, y como buen hombre formado en el Partido Comunista de China, conoce el valor de la paciencia y de los fríos cálculos de riesgos, costos y beneficios.
Basados en esas mismas premisas, muchos expertos apuestan por el pronto restablecimiento de un diálogo fluido y continuo entre Washington y Beijing, e incluso entre China y Europa.
Aunque admite que “tal y como han evolucionado las cosas, no es una cuestión sencilla para Estados Unidos abandonar Taiwán sin socavar su posición en otros lugares”, Kissinger cree que Biden debe trabajar por rebajar las tensiones con China.
Lo siguiente es construir confianza y una relación intensa de trabajo. Para Kissinger, Biden debe decirle a Xi: “Señor Presidente, los mayores peligros para la paz en estos momentos somos nosotros dos, en el sentido de que tenemos la capacidad de destruir a la humanidad”.
Sugiere que no hablen sólo de Taiwán, sino de la crisis climática y de la IA (inteligencia artificial). “Definir objetivos -agrega Kissinger- (…) y luego encontrar medios para alcanzar esos objetivos”.
Por lo pronto, urge dar los primeros pasos. Como bien lo resumió el presidente francés Emmanuel Macron tras su visita a China hace pocas semanas, “el diálogo se ha reanudado efectivamente, aún si por ahora no nos lleva muy lejos”. Y es que empezar a hablar es de por sí un avance.
MAURICIO VARGAS LINARES
PARA EL TIEMPO
mvargaslina@hotmail.com

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